Al Barcelona le hace falta una remodelación de la plantilla, con cuatro o cinco cambios de cromos que le den un aire fresco, pero que no dinamiten (no tienen por qué hacerlo) la base actual que tantas y tantas alegrías dio en los últimos años. Para ello, para poder gestionar el cambio, el presidente Sandro Rosell agarrará con fuerza el volante y será él quien dirija las operaciones, las sencillas y las complicadas.
De entrada, los azulgrana dispondrán de una partida de 50 millones de euros para poder invertir. Puede ser insultante pensar que la cantidad se quedará corta para remodelar al equipo, aunque sólo por telefonear desde los despachos del Camp Nou al club que tiene en propiedad el jugador deseado, el precio ya sube unos cuantos millones y más si estos saben que los azulgrana necesitan refuerzos; eso puede encarecer mucho más el objetivo, sea quien sea.
A estos millones se le deben sumar los que llegarán por las ventas de jugadores. En esa lista pueden aparecer nombres como el de Villa, Alexis, Song o el propio Fàbregas, aunque el catalán fue una apuesta seria de la entidad hace dos temporadas y una salida ahora sería reconocer que el esfuerzo realizado por traerlo entonces fue inútil.
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